La lucha para prevenir la anemia, una batalla en curso
La anemia es un problema de salud pública que afecta a gran parte de la población tanto en los países ricos como en los pobres. Ocurre en todas las etapas del ciclo de vida, pero es más frecuente en mujeres embarazadas y niños pequeños. En el 2002, la Organización Mundial de la Salud consideró que la anemia por deficiencia de hierro es uno de los factores que más contribuyen a la carga mundial de morbilidad. Dada la importancia de esta patología numerosos países llevan a cabo intervenciones para reducir su prevalencia, particularmente en los grupos más susceptibles a sus devastadores efectos.
La anemia es el resultado de una amplia variedad de causas entre las que prevalece la deficiencia de hierro. Por estos motivos, tanto una baja ingesta de hierro, como una mala absorción del hierro a partir de dietas ricas en fitatos o compuestos fenólicos y aquellos momentos del ciclo vital cuando las necesidades de hierro son especialmente altas, constituyen los principales factores de riesgo para su ocurrencia.
Los efectos más dramáticos como consecuencia de la anemia severa son el aumento del riesgo de mortalidad materna e infantil; de menor severidad pero igualmente preocupantes son los efectos negativos que se presentan en desarrollo cognitivo en los niños y en el rendimiento físico, que afecta especialmente la productividad del trabajo, en los adultos.
Las medidas de salud pública destinadas a prevenir la anemia requieren de un enfoque integrado, que inicialmente debe identificar los factores de riesgo que prevalecen en la población, considerando la naturaleza multifactorial de esta problemática. En entornos donde la deficiencia de hierro es la causa más frecuente, la directriz mas empleada es incrementar la ingesta adicional de hierro mediante suplementos destinados los grupos vulnerables; en particular las mujeres embarazadas y los niños pequeños.
Las medidas basadas en la fortificación de alimentos ya sean de carácter obligatorio o voluntario, son estrategias importantes que contribuyen a prevenir la anemia por deficiencia de hierro en la población general. Los efectos de la puesta en marcha de programas de que incluyen la adición de hierro a los alimentos varían según los entornos geográficos pero en líneas generales se traducen en una disminución de las tasas de la prevalencia de anemia y en una mejora en los niveles de depósitos corporales de hierro.
En Argentina, dos medidas regulatorias de enriquecimiento de alimentos tienen como objetivo la prevención de esta patología: la Ley Nº 25630 que establece la adición de hierro, acido fólico y vitaminas del complejo B a la harina de trigo; y la Ley 25459 que reglamenta el agregado de hierro, zinc y vitamina C a la leche entera en polvo distribuida a niños y mujeres embarazadas en el marco de los programas implementados por el Gobierno Nacional.
de alimentos que sean de consumo habitual y que contribuyan a mejorar el aporte de aquellos nutrientes que resulten críticos en la población.